miércoles, 14 de diciembre de 2011

A Clockwork Orange de Stanley Kubrik (El Rostro de la Ultraviolencia)

Así es, ese rostro lleno de ira malsana que podemos presenciar en la primerísima escena de esta maravilla cinematográfica creada por el genio director Stanley Kubrik, acompañada de una portentosa pieza musical compuesta por Henry Purcell (March / Music For The Funeral Of Queen Mary) que calza de maravilla con el aura maligna de la escena misma, con unos geniales tratamientos electrónicos por parte de un gran maestro de los sintetizadores, Walter Carlos, ahora Wendy Carlos después de la operación de cambio de sexo; es sin lugar a dudas una de las más impactantes entradas que ha podido tener alguna película en la historia del cine, claro, sin tomar en cuenta la archiconocida y archiparodiada escena intro de la otra obra maestra de Kubrik "2001 - A Space Odyssey". Estas son escenas que puedo ver un millón de veces y no dejan de impactarme un ápice siquiera... vaya que aquí estamos hablando de ARTE en toda la extensión.



Y este es solo el comienzo de una gran travesía por el mundo de la violencia y el sexo desenfrenado y sus consecuencias de ida y vuelta, principalmente por parte del carismático delincuente juvenil Alex DeLarge (Malcolm McDowell) y su grupo de "drugos" palabra que significa "amigos" en una especie de idioma llamado "nadsat" que parece estar entre el ruso y el inglés, inventado por el lingüista y novelista Anthony Burgess, escritor de la novela "A Clockwork Orange" en la que está basada esta película precisamente.

El estilo y calidad particular de Kubrik está patente en todo el filme, principalmente los decorados, la escenografía y la temática por supuesto son inconfundiblemente Kubrikanos, aunque cabe mencionar que no es tan fría y pausada como a lo que nos tenía acostumbrados en anteriores películas. Hay que destacar también las increíbles actuaciones de todo el elenco, principalmente a Malcolm McDowell que le dió vida a este jóven amante de la violencia y de la música de Ludwig Van Beethoven.

Se puede decir que es una película un tanto profética, en donde los problemas sociales son tratados de una manera sistemática, en este caso, por medio de una especie de lavado cerebral llamado "Sistema Ludovico" en donde al delincuente en cuestión se le somete a un visionado de películas con una alta sobredosis de violencia y sexo, y que con la ayuda de una droga inyectada le causa al individuo un efecto bastante desagradable, el cual se quedaría grabado en su subconsciente haciéndolo incapaz de cometer actos de violencia nuevamente; solo que en el caso de Alex DeLarge, también quedó imposibilitado para escuchar la Novena Sinfonía de Beethoven, de la cual era gran admirador (para saber porqué tendrán que ver la película :) ).

Entonces aquí el dilema que se nos plantea es si fuésemos capaces de vender nuestra libertad por un poco de tranquilidad, ya que para poder acabar o por lo menos disminuír la criminalidad, tendríamos que acabar también con nuestro libre albedrío sometiéndonos TODOS tarde o temprano a tratamientos como este para poder vivir en paz y seguridad. ¿Valdría la pena pagar el precio?...

2 comentarios:

  1. ¡¡Vanigma!! Enhorabuena por tu nuevo blog! ;-)

    En efecto, Kubrick, con lo impresionantemente misántropo que era, juega con todos nosotros con la brutalidad moral que supone que al final acabemos por identificarnos con un delincuente sádico como Alex (aún después de contemplar con espanto todas sus horribles fechorías a lo largo del 80% de película), cuando comprobamos que el remedio social puesto para esa enfermedad es todavía peor que la propia enfermedad. Y además, es un remedio que de nada sirve: Kubrick nos dice que, aún dentro de lo malo, al menos el comportamiento de Álex es innato, natural, HUMANO (para lo bueno y lo malo), y no auto-impuesto.

    Enorme.

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  2. Muchas gracias por tu comentario Guille!, y toda la razón, de hecho tengo entendido que el término "Orange" es una especie de modismo que usan los angloparlantes para decir "persona", asi que la traducción real aquí sería "La persona mecánica" o "El hombre mecánico" que se acerca más a lo que el sistema Ludovico pretendía, que era darnos tranquilidad a costa de quitarnos la voluntad, como bien dices, un tema ENORME.

    Un gusto que pases por aquí, saludos!

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